Febrero Loco

Mi mamá está preparando una historia. Es un libro. Una novela. No sé exactamente que quiere decir eso de “una novela”, pero así la llama ella. Solo que no es justo…no me deja leerla, que porque dice que es para adultos.

A veces si me deja leer cosas que escribe para su blog, y por eso ahora no entiendo. Además, primero la veía muy concentrada escribe y escribe y cuando me acercaba, quitaba luego luego la página de la pantalla… Y ahora tiene varios días que ya ni siquiera escribe.

Ni su blog, ni su libro, ni nada…

Le pregunté qué le pasa y dice que es un bloqueo. Qué no viene la inspiración, qué no tiene ganas…

Cómo la conozco y sé que estaría triste si ya nadie visita su blog, decidí escribir yo en su lugar, pero shhht, porfa no le vayan a decir…

No, es que yo sí sé lo que tiene. No crean que porque todavía estoy chica no me doy cuenta. Diez años ya es una buena cantidad de tiempo para conocer uno a su propia mamá, digo yo. 

Es febrero. Eso. Yo diría que tiene algo así como “febreritis”. Háganme caso. 

Cada año desde que me acuerdo es lo mismo. Pasa Navidad, bien. Luego Año Nuevo, ya menos bien, viene enero y de menos en menos. 

Digo eso porque mi mamá tiene frío. Sale a la calle vestida como si fuera al polo Norte o algo así. Siempre nos regaña a mis hermanos y a mí porque no nos queremos poner la chamarra. Todas las mañanas repite lo mismo:

-Niños, chamarra. Ciérrense bien eso. Y la bufanda, y lo de allá, y lo de acullá y lo de más allá…

Y ahí vamos a la escuela muertos de calor nosotros, y ella quejándose del frío en Francia. Del frío o del tiempo que cambia. Qué por qué si ayer hacía sol hoy está lloviendo horrible, y qué si el otro día ya no hacía tanto frío ahora está congelando OTRA VEZ, y etc. etc.

Nosotros ya ni le contestamos.

Y llega febrero y la cosa se pone grave.

Cómo mi mamá es de México, siempre nos cuenta de cómo estaría el clima allá. Y ya lo sabemos, porque a veces nos íbamos a visitar a mis abuelitos en febrero. Mientras aquí se morían de frío nosotros disfrutábamos del calorcito de allá, y eso la ponía de MUY buen humor y todos éramos muy felices…

Pero ahora mi hermano entró a la sixième (creo que se dice primero de secundaria en México) y ya no puede faltar a la escuela y mi papá dice que no podemos pagar unos boletos de avión tan caros para ir tan poquitos días y así es que este año aquí nos quedamos. 

Y a mi mamá le dio febreritis. 

Está tan harta de vestirse con tanta ropa (porque además dice que ahí en la escuela donde trabaja hace muchísimo calor y tiene que ir vestida como cebolla, para irse quitando las capas), que el otro día se fue sin su famosa chamarra (y cómo es bien despistada, también se le olvidó el paraguas). Solo traía puesto un poncho mexicano que le encanta y una camisa de manga larga por abajo.

Ni les cuento como llegó a esperarnos a la parada del autobús. O sí, les cuento.

¿Si se la imaginan, toda empapada, con la mitad del poncho enredado en la cabeza, así como turbante, y la otra mitad colgando como trapo mojado encima de su camisa; titiritando y del peor humor de este planeta?

Pues así, justo. 

Lo peor es que eso fue el viernes, día del amor y la amistad.

Yo estaba súper feliz porque mi amigo secreto resultó ser Manu, ¡el niño que me gusta! Después de que varios días estuve imaginándome quién podía ser, no podía creer cuando llegó con su regalo y me lo dio. Así, directo. Yo creo, aquí entre nos, que también le gusto, porque estaba así, bien nervioso cuando se me acercó…

Quería contarle a mi mamá pero en cuanto entramos a la casa se metió a bañar, se tomó una medicina porque le dolía la garganta y se fue a dormir una siesta. 

Papá llegó en la noche con flores y la sorpresa de que había reservado un restaurante, para que celebraran los dos solitos. Uff. Hubieran visto a mi ma. Ya estaba en pijama, lista para irse a la cama y con una cara que ahí sí, mejor no les cuento… Pero como a los cinco minutos llegó Marie, la chava que nos cuida cuando mis papás van a algún lado, no le quedó de otra que arreglarse para ir a festejar.

Me gusta cuando salen.

Al día siguiente siempre están de buenas, felices. Y esta no fue la excepción. Mamá parecía nueva. El sábado paseamos y arreglamos cosas aquí y luego fuimos como todos los domingos con mi papá a la alberca. Mamá hizo su Just Dance y hasta compró en itunes una película en Español que se llama No se Aceptan Devoluciones. Me gustó pero está súper triste el final.Cuando acabó mi mamá estaba llorando…

Ya casi se acaba febrero. Febrero loco. Y vendrá marzo. Otro poco…

8000-love-in-the-rain

13 comentarios en “Febrero Loco”

  1. Es la primera vez que te leo, y fue como leerme. Vivo en Cleveland Ohio hace casi 3 años, y a mi también me ha dado febreritis desde que vivo allá. Creo que la nieve llega acompañada de nostalgias. Por eso mis hijos cuando empieza a nevar, cierran las ventanas para tratar de que no me dé cuenta.
    En fin, ahora entiendo que la febreritis nos da a muchas, a todas las que tuvimos el privilegio de crecer en una ciudad de México con el mejor clima del mundo.
    Saludos, enganchada ya con tu página.

    1. Muchas gracias por leerme y por tus palabras Laura! Sí que fue un privilegio crecer en la Ciudad de México! Y pasan los años y aquí seguimos!!! Espero que sigas disfrutando el blog! Ya pronto habrá nuevas historias! Abrazos hasta Cleveland desde Lyon!!!

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