La Epoca de Navidad

Veinticinco de Noviembre. La época de Navidad empieza oficialmente en Lyon (aunque ya varias tiendas hicieron trampa y estaban adornadas desde antes….).

Ya se sentía venir: primero: el cambio de clima. Segundo: mientras los árboles empiezan poco a poco a desvertirse, nosotros hacemos lo contrario: en Lyon pasamos de estar en manga corta a usar abrigo en un día. No hay clemencia. Lo que provoca, tercero: tener que sacar todo el guardarropa de invierno que teníamos muy bien guardado desde hace meses y que huele a encerrado, por lo que hay que lavar TODO (o por lo menos aerarlo); y, en consecuencia, tener que poner en pausa a nuestros queridos vestiditos y sandalias de verano durante otros varios, demasiados meses…y al mismo tiempo hacer una selección de todo aquello que el próximo año estará demasiado pequeño para utilizarse. Los chicos crecen…Luego, probarles toda la ropa de invierno, porque aunque se escogieron las prendas que uno creía que irían bien, no siempre es cierto. Los chicos crecen a velocidades impresionantes. Lo que nos lleva a, cuarto: tener que salir corriendo a buscar rebajas de último minuto porque: Mateo ya no tiene zapatos. El abrigo de Paola le queda demasiado pegado. Todas las mangas de las playeras de Luca le llegan a la mitad del brazo. Luego, ya cuando tenemos todo bien guardado (que aquí entre nos yo todavía no logro…) resulta que el clima se vuelve medio loco. Todo el mes de octubre y noviembre estamos como jugando en un sube y baja. No se sabe si vamos a amanecer arriba o abajo. Hay que vestirse como cebollitas. Los niños en la escuela tienen calor, en la casa tienen calor, afuera a veces hace mucho frío, a veces húmedo, a veces no tanto…Yo a veces (casi siempre) tengo frío. Todo ese ajetreo nos lleva a, quinto: tener que ir (yo, no los niños) a hacer cola un sábado tempranito durante horas al doctor porque hace tres semanas pensaba que tenía un resfriadito de nada y un viernes ya no podía ni con mi alma, ni con el dolor de cabeza y de oídos, ni con nada más, para el caso. Y el doctor que ve mi historial clínico y me dice: empezamos pronto este año…que vamos a hacer con usted señora. De verdad que no soporta los cambios de clima (¡¡¡a poco!!!….) el año pasado vino a vernos cinco veces en invierno. Vamos a tratar otro tratamiento…y si no tendrá que cambiar de lugar de residencia estos meses porque de plano el frío no le va nada bien (jajaja, bueno su chiste)…¿de qué origen es, ya no me acuerdo? Soy mexicana doctor. Ah! Pues ahí tiene la razón…le falta el sol y el calor…(¡¡¡a poco!!!). En fin…la visita nos lleva a, sexto: tener que tomar antibióticos durante quince días, y una vez pasado eso, tener que ponerme en la naríz un producto durante tres meses (una idea de mi doctorcito para ver si logramos que no me enferme tanto este año) que sabe a demonios. Y luego lo mejor: también tomar aceite de hígado de bacalao, porque resulta que las abuelitas tenían razón, tiene mucha vítamina D, que es justo lo que me falta en estas fechas. Y no solo las abuelitas…mi mamá también tenía razón. En cuanto me dice eso el médico casi me da el soponcio. Inmediatamente me vi corriendo como rata enjaulada junto con mis hermanos en la cocina todas las mañanas mientras mi mamá nos perseguía con la cucharada de aceite de higado de bacalao que iba escurriendo mientras ella avanzaba a grandes pasos. Lo que hacía que la cocina apestaba durante horas y horas a algo indescriptible…horroroso…Cuando porfin nos atrapaba nos tapaba la nariz y nos forzaba a tragar esa inmundicia. Después de hacer toda una serie de ruidos, de querer vomitar en el acto, de gritar que cómo nos podía hacer eso, etc. etc., tomábamos litros de jugo, de agua, comíamos algo y aún así, el mal sabor de boca no se iba. Así es que ya se imaginarán mi reacción cuando oí la noticia. ¡No! Le dije a mi doctor, ni loca voy a tomar eso. Me trae demasiados malos recuerdos. Pero señora, dijo él, esos son tiempos pasados. Ya existen las cápsulas de aceite de hígado de bacalao. ¡Qué! ¡¡Cómo no se les ocurrió antes!! Mi infancia habría sido otra…¡¡¡Benditas cápsulas!!! ¡¡¡Amo las cápsulas!!! otra cosa es que sirvan. ¡¡¡Tengo fe!!! ya les contaré…La historia del médico y de las medicinas nos lleva a, séptimo: que mi esposo se burle discretamente diciendo que igual y lo que me da el médico no son antibióticos, sino un placebo. Que lo que me pone mal es la época, y que de alguna forma yo misma provoco todo lo que me pasa en invierno. Puede ser…en el momento me molesta muchísimo que me lo diga, pero en el fondo creo que tiene razón.

Sencillamente el invierno y yo no somos amigos. Yo diría que somos casi enemigos.

Digo casi porque a partir del 25 de Noviembre cambia (un poco) la cosa.

En la Plaza Carnot empieza el Mercado de Navidad (que dura hasta el 25 de diciembre) y el ambiente de la ciudad cambia. Amo el mercado de Navidad. Aunque acepto que cada vez es más comercial que tradicional, todavía se siente un ambiente especial.

Desde que voy en el autobús se empiezan a ver las casitas de madera. Todas casi igualitas. Primero veo los techos de colores y poco a poco se alcanza a ver el resto. Unas son verdes con techos rojos y otras rojas, con techos verdes. Una vez abajo, camino lentamente, para ir impregnándome del ambiente. Por los altavoces se escuchan los villancicos bien franceses. “Petit Papa Noël”, “Vive le Vent”, “Mon Beau Sapin”…La primera cabaña por la que paso es cada año la misma (yo creo que la ponen justo a la entrada para que te mueras del antojo inmediatamente). Es la de la Tartiflette. En una sartén gigantesca (que se parece a la que se usa para hacer la paella, pero todavía más grande) ponen a cocer papas, tocino, crema, queso reblochon, en su punto. Especias…El olor que se desprende es de otro planeta. Te lo sirven bien calientito en un plato especial de cartón. Y de ahí, te transportas directamente a los Alpes, a la región de Savoie, de donde es originario este platillo.

Sigo mi camino. Los olores van cambiando…papas rellenas de mil sabores, sopa, pan de especies, miel…También hot-dogs y pretzels de la región de Alsacia. Castañas asadas…mis favoritas. Y vino caliente. ESENCIAL para soportar el frío. Aquí hago una pausa. Para los que nunca han tomado un vaso de vino caliente. Tienen que resolver eso. PRONTO. El vino caliente es como viajar a un mundo mejor. Sentirse vivo (Ok, estoy exagerando, pero, ¡realmente vale la pena la experiencia!) Ese sabor a naranja, anis, canela…mezclado al vino tinto, o blanco, depende de la región…es uff…una maravilla. Ya con mi vaso de vino (porque ese si no lo perdono…la tartiflette en realidad es más un viaje de aromas, no es un básico para mi) continúo mi paseo. La gente vende de todo…puede uno reír o llorar con los productos. Encuentras desde cosas bien Navideñas como nacimientos, adornos para el árbol, árboles de Navidad, gorros de Santa Claus, hasta cosas para regalar de TODOS los estilos. Bufandas, chocolates (de todas las formas (y cuando digo todas, son TODAS…usen su imaginación…), colores y sabores), joyería de fantasía, esculturas de madera, juguetes, peluches, figuritas de vidrio, muñecas rusas, un tipi que vende anti-pesadillas (o no sé bien como se llaman en español…), productos canadienses, jabones, velas, etc. etc. Es toda una aventura ir viendo los puestos y el tipo de gente que compra cada cosa.

Después de un buen rato (o menos rato, si de plano hace mucho frío) regreso a mi casa con una sonrisa y me siento mejor.

Esto de la época Navideña nos lleva a, octavo: Lyon está muy cerca de las montañas. A mis hijos y a mi marido les encanta la nieve. A mi también, pero solo de ida y vuelta (creo que ya quedó muy claro que no soporto el frío…). Así es que ya se volvió un ritual de fin de semana coger todo el equipo: botas, ropa para esquiar (aunque en realidad no esquiamos), trineos, pic-nic, etc. Llenar la cajuela del coche y salir tempranito a pasar el día en algún lugar cercano. Los niños se la pasan bomba. Casi siempre hay sol en la montaña, así es que toca llevar lentes de sol y hacer el pic-nic al aire libre y de ahí pasar la tarde caminando y lánzandonos con los trineos una y otra vez. Alguna vez me animaré e iremos más tiempo para que los niños aprendan a esquiar (aunque si tengo la opción…en las vacaciones de febrero mientras todos los francesitos están en eso, ¡¡¡nosotros nos vamos al sooool!!! No me puedo quejar…).

No sé ustedes, pero yo que ya me sentía esta semana en la depre total con este clima gris de mierda, nadamás de escribir y sacar todo ¡me siento mejor! Ya hasta ganas tengo de ponerme ese traje rojo que tengo desde hace años, que con los kilitos que traigo de más ya no me cierra y me tengo que poner el pantalón con el ziper abierto…pero no importa (shhhht no le digan a nadie!!!) y luego cuando camino parezco robot porque no puedo mover bien las piernas…pero, necia yo ¡¡no pienso comprarme otro…ya regresaré un día a mi peso normal…¡¡qué si!!

Aquí les dejo la receta del vino caliente. Ya se las di el año pasado, pero como soy bien buena onda, se las dejo otra vez, ¡’pa que no digan!

Receta Tradicional del Vino Caliente

(Del puesto de té del mercado que vende bolsitas de especias para preparar el vino caliente más delicioso que he probado)

Ingredientes

1,5 litros de un buen vino tinto

150 g de azúcar morena

1 cáscara de limón

1 cáscara de naranja

2 bastoncillos de canela

2 estrellas de anis estrellado

2 clavos

1 un pedazo de gengibre picado

1 punta de cuchillo de nuez moscada rallada.

Preparación

  • Mezclar todos los ingredientes

  1. Poner a calentar a fuego lento,
  2. Dejar hervir 15 minutos,
  3. Servir caliente filtrando con la ayuda de un colador.

¡Salud!

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¡¡¡¡Gracias por leerme!!!! No necesito ir a una terapia…¡¡¡los tengo a ustedes!!!

¡¡¡Besos gigantes!!! y ¡¡¡feliz época de Navidad!!!

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9 comentarios en “La Epoca de Navidad”

  1. Como quisiera recorrer ese mercado de Navidad. Casi casi pude imaginarme los olores, los colores y la tradición.
    Mucho ánimo Lore, a mi también el frío me pone lo que le sigue de mal humor, pero pues son muchos meses y no podemos ser Grinch todos estos meses. jejeje Un beso y abrazo y te sigo leyendo.

  2. Lo, olvidaba que yo también les di el famoso aceite de higado de bacalao, no sé por qué lo hice si para mi fué algo también espantosisimo, pero si resultaba en que les daba un buen refuerzo para las enfermedades, muy bueno tu relato, me reí mucho y me imaginé corriendo detrás de ustedes….que recuerdos, gracias hijita…un beso muy grande.

  3. Mi Lore, no me hiciste el día, me hiciste la semana!!! me encanta leerte lo vivo, lo huelo y lo siento, a Lyon y a ti.
    lo que no sabe tu doc es que te falta la contaminación y la intensidad del DF. Toma un vuelo y ya. comparto con tu familia, también amo la nieve y me apasiona la esquiada. los quiero

  4. 1.- gracias por la receta del vin brulee la neta súper sencilla y tengo todo en la despensa 😃
    2.- ahora te toca darnos la receta de las papas y explicarnos cómo es el queso rebochon? Nunca lo había escuchado, malo tener curiosidad, cuando se está a dieta (sic)
    3.- hoy precisamente escuchaba a esta nutrióloga funcional,que hablaba de las vitaminas C y D, y de los resfriados en general, yo ya lo tengo en practica desde antes y corroboro la info, échate una vuelta cuando puedas

  5. 1.- gracias por la receta del vin brulee esta fenomenal y tengo todo en la despensa 😃
    2.- pásanos la receta de la Tartiflette y no tengo idea de qué tipo de queso es ese rebochon ? Mala idea tener curiosidad cuando estoy a dieta !
    3.- hoy precisamente escuchaba a esta nutrió liga funcional que habla de la vitamina C y D, date una vuelta y escucha, vale la pena

  6. Qué gusto encontrar tu blog. Te entiendo perfecto xq vivi 5 meses en Lyon como aupair y el clima al principio me sentía en un cuento y después de 2 meses no soportaba la nieve jeje, saludos y te sigo leyendo 🙂

  7. Y por aca en el Trópico la Navidad no «parece» navidad…yo añoro los platos típicos, el frio, la familia… gracias por la receta del vino caliente y voy a buscar la del Tartiflette que se antoja mucho. Besos ya los buscaré en las fiestas navideñas para mandarles muchos buenos deseos.

  8. Animo !!! disfruta estos días que son geniales, aunque reconozco que la nostalgia nos invade hay que valorar las cosas que tenemos cerca. Enhorabuena por el blog, me encanta leerte. Un abrazo desde Zaragoza

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