Hoy es el día. Cada día siete, sin falta. Mi niña. Mi pobre niña. Se tuvo que ir solita. Tan valiente. Me quedé aterrorizada esperando a que llegara, a tener noticias. Ya Manuel me había dicho que todo saldría bien, que él mismo había arreglado todo. Pero bueno, eso a mí no me decía nada. Yo que nunca he salido de San Benito. Una vieja como yo que va a saber…yo lo único que sé es que mi niña se tuvo que ir por culpa de ese borracho que tenía por marido, que además de borracho era maldito. Mira que habérsela llevado a la capital para encerrarla en una pocilga y además agarrarla a golpes a la primera de cambios… Ya mucho mérito tiene mi Rosario de haberse escapado de ese mal hombre y haber regresado al pueblo con el niño. Porque eso sí, en esta casa seremos pobres, pero bien unidos. Mi Leandro y yo siempre tratamos a nuestros hijos como Dios manda, con respeto. Y mi Leandro, que en paz descanse, si se tomaba sus copitas de vez en cuando, pero nunca nos puso una mano encima, primero muerto. Así es que aquí recibimos a Pepito y a su mamá con los brazos abiertos. Aquí se estuvo Rosario unos años en lo que se reponía, pero claro, no le podíamos dar lo suficiente, ella quería más para su hijo. Lógico, si aquí todos tenemos lo mínimo, somos re pobres. Por eso se fue pal otro lado. Y desde que encontró su trabajo, cada mes, como relojito, nos manda lo que puede, pal gasto, para que el Pepe se pueda vestir y a veces hasta nos alcanza para uno que otro extra. A veces sí, a veces no.
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Mi hijito. Pepe, mi querido Pepe. No sabes lo que disfruto leyendo tus mensajes. Escribes muy bien y cada vez mejor, se ve que trabajas mucho en la escuela, ¡qué bueno! Sigue así, quiero que seas un jovencito trabajador y bien portado.
Me imagino perfectamente el zócalo decorado de Navidad, hermoso, lleno de Nochebuenas… y el nacimiento. Sí, en cuanto puedas le tomas una foto y me la mandas, ¡qué ganas de verlo!
Por acá también ya están arreglando todo muy bonito. En el barrio pusieron luces y adornos de todos tipos, y en el parque de Dolores hasta hay un árbol de Navidad gigante, con unas esferas preciosas, todas brillantes. Y luego ahí en la ciudad donde trabajo, Palo Alto se llama, ni te imaginas, parece como de otro mundo de tan precioso que se ve todo. Te mando dos fotos para que veas. Son de una calle que se llama «Fulton» que es muy conocida por sus decoraciones de Navidad. Mira:

Así como están esas dos casas de hermosas, así está toda la calle, igual, ¿te imaginas?
Luego ahí en la casa donde trabajo pusieron un nacimiento bien grande, todo de muñequitos chiquitos, muy bien hechecitos, como a mano, y un tren miniatura que se mueve solito, rete original, nunca había visto algo así. ¡El árbol de Navidad mide como dos metros! Y está todo decorado con dulces rojos y blancos; dan ganas de comérselos de tan ricos que se ven…¡Cómo quisiera que pudieras estar aquí para disfrutar de todo conmigo! Ya verás que se nos va a hacer pronto, mi hijito. Tenemos que tener fe y mucha paciencia. Tu tío Manuel dice que conoce a alguien que puede ayudarnos y también le conté a la señora Laura, también ella está viendo por su lado que puede hacer…Es tan buena esa señora. Lo más chistoso es que también es mexicana, pero solo que ella tiene dinero y papeles y yo no. En lo demás nos parecemos… Ella también trabaja mucho (tiene un trabajo importante, en una empresa de esas de internet, no se bien que hace, pero también da clases en una universidad que está por aquí que se llama Stanford; el otro día me llevó con los niños y casi me quedo sin habla de la impresión que me dio, es como una ciudad entera, ya te platicaré con calma, pero está chulísima) y además tiene que encargarse también sola de sus hijos. Su marido siempre está de viaje. Lo he visto como una o dos veces nada más. Así es que como ves, rica o pobre hay que sacar a los hijos adelante. Ella no tiene a su familia aquí, así es que me paga a mí para ayudarle. Yo por suerte tengo a tu abuela. Tienes que ser muy bueno con ella que te cuida y te quiere tanto.
Ya entiendo un poquito más el inglés. Dos o tres palabritas. Por fortuna que todos aquí hablan español, a veces casi ni oigo el inglés en todo el día. Por aquí y por allá en el tren o en el autobús, pero es todo.
Salgo del cuarto que estoy alquilando bien tempranito. Y vieras, ya desde esa hora hay gente en la calle, todos con prisa, yendo a su trabajo, o a su escuela, o yo que sé a donde, pero todos corren. Yo apenas tengo tiempo para saludar a Doña Luzma, que vende unos tamales deliciosos, que cuando me los como me transportan hasta San Benito, y siento que estoy desayunando contigo y tu abuelita… Luego corro hasta el autobús, y en el camino me toca ver los murales que entre todos han pintado en las paredes de los edificios. Hay muchísimos, unos con colores y otros en blanco y negro, de gente, de pájaros, de flores, de calaveras, de casas, de paisajes… todos hechos para recordar nuestros países que tanto extrañamos.La gente del barrio de la Misión (así se llama) viene de todas partes de América Latina: México, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Argentina, Colombia. Ojalá puedas pedirle a tu maestra en la escuela que te enseñe un mapa para que veas en dónde están todos esos países que comparten con el nuestro el idioma y muchas tradiciones. Mira, aquí te va otra foto, para que veas un ejemplo de uno de los murales que te digo:

¿Te gusta? Está bien original, ¿verdad?
Y bueno, ya después de ese autobús tengo que tomar otro más y luego un tren que me lleva hasta Palo Alto y de ahí ya camino. Cuando yo llego la señora se va y me paso el día cuidando a la chiquita Marianita, que está bien hermosa. Se porta re bien, aunque a veces hace sus buenos berrinches. A los grandes los llevo a la escuela y voy a por ellos después y mientras la bebé duerme yo hago la limpieza, plancho y preparo la cena para todos. Ya cuando la señora regresa como a las cinco o seis, depende, me voy. Y otra vez todo el camino de regreso. A veces paso a ver a tus tíos y ceno con ellos y nos contamos nuestras historias del día. ¡Cómo nos reímos! Saben que estoy triste de que no estás conmigo, así es que siempre salen con chistes y cualquier cosa para hacerme pasar un buen rato. Si no los tuviera no sé que haría, te lo juro.
Los domingos voy a la misa a la basílica de la Misión y luego al parque de Dolores a pasear. Hay muchas palmeras y desde ahí se ve toda la ciudad. Me llevo mi torta y me la como ahí bien a gusto. Me fascina ver las luces de la Ciudad en la noche. Es una ciudad tan grande…no tanto como la Ciudad de México, en dónde naciste, aunque con más edificios. Cuando estoy viendo así de lejos, tanta inmensidad me da miedo y me imagino que estoy con ustedes, en San Benito, pero luego pienso en mi trabajo y en que gracias a él tú estás mejor y me digo a mi misma que tengo que ser positiva, y sonrío.
La próxima semana son los quince años de la hija de mi vecina, se llama María Inés, está bien ilusionada. Le hicieron un vestido color verde turquesa, parece como una nube de algodón. Cuando se lo probó todas lloramos de tan guapa que se veía. Va a ser ahí en la iglesia del barrio. Tuvieron que ahorrar hartos dólares para pagar la misa, les costó setecientos cincuenta dólares el chistecito, ¿te imaginas? ¡Con esa cantidad lo que no hubiéramos hecho tú y yo!, pero bueno, los quince son importantes, eso que ni qué.
Te dejo mi niño. Prométeme escribir pronto, y contarme de tus aventuras y de cómo está tu abuelita, y ¿qué van a hacer para festejarle su cumpleaños? Te quiero y te mando mi corazón, enterito.