Estamos acercándonos al Día de Muertos, lo que significa que “Vivo aquí, pero soy de allá” está a punto de cumplir un año de vida.
Podrá sonar paradójico, pero no lo es. El dos de noviembre, para los que creen, es el día en que se festeja la vida, en el que los de “aquí y los de allá” se reúnen y festejan juntos.
Tomando en cuenta que “allá” tengo gente indispensable para mi vida, me pareció lo más natural publicar mi blog por primera vez ese día, y así, hacerlos partícipes de mi sueño.
“La visita”, primera serie de relatos oficial del blog, es una de mis historias favoritas y quiero volver a compartirlos con todos ustedes de una manera especial.
Cada semana publicaré uno hasta llegar a nuestro día de cumpleaños.
Aquí les dejo entonces La Visita – 1. Disfruten.
La nostalgia no cabe en la fiesta. Solo el júbilo.
Cada año María y Ramiro comienzan los preparativos al alba. La felicidad los invade. Hoy es el día. María se dirige a la panadería y Ramiro va de prisa al mercado. El fresco aire de la mañana le trae de regalo el aroma de las flores. Desde lejos puede ver los colores. Naranja, amarillo y rojo. Y el blanco, para los niños.
Las más frescas son las mejores.
Apresura el paso.
-¿A cómo el cempasúchil, marchanta?
-A diez el manojo, jefe. Está bien bonita.
-Déme cuatro. ¿Y la nube?
-La nube está a cinco. Llévese también la de terciopelo, baratita. Se la dejo a cinco, igual.
-Gracias mi seño, me llevo seis manojos de nube y tres de terciopelo, de la roja. Aquí tiene, quédese con el cambio, gracias.
Satisfecho, acompañado de la estela aromática más deliciosa, Ramiro sigue su camino. Se detiene un poco más lejos, en el puesto de las veladoras. Compra veinte. Iluminar es indispensable.
Regresa a casa a tiempo y listo para comenzar.
Primero acomoda la mesa. Dos pisos este año. El cielo y la tierra.
Con el papel picado multicolor que prepararon el día anterior empieza la decoración. Juanito trajo las calaveras de azúcar y floreros muy grandes para adornar.
Pone las fotos en primer plano, y dos vasos de agua; el viaje es largo y se llega cansado. Y mucha luz.
La cruz y el camino de pétalos de flores, hasta la calle, para que no se pierda.
María vuelve con el pan. Justo a tiempo. Los platillos están listos. Mole, frijolitos negros y tamales. Sin olvidar los dulces típicos y el tequila, claro está.
El copal y el incienso también toman su lugar. Acompañarán la oración y la espera.
Todo está listo. La familia, llena de ilusión y esperanza, se acomoda alrededor del altar.
Tomándose de las manos, rezan. El ambiente se llena de paz. La festejada está a punto de llegar.
Me fascina y me entusiasma leer, pero cuando leo historias como estas, plasmadas e inspiradas desde el corazón, me llena de emoción, me motiva, satisface mi pasión y me llenan de ímpetu para continuar leyendo… Es usted, Lorena, una extraordinaria escritora!
Félicidades, tus relatos son un «vuelve a la vida», que bella es nuestra cultura mexicana.
Muy bonita prosa. Me hizo sentir en paz también.