Hace un año que no los veo. No puedo de la emoción. Un año entero es mucho tiempo. La última vez que estuve con ellos Juanito había crecido tanto… Y mi Javier, parecía cansado; cómo lo extraño…Estaban ahí, todos sentaditos, calladitos, como rezando, esperándome.
El camino tomó varias horas. Por suerte no estaba sola. Venía con Don Ramiro, y la Vero. También Eva y la señora Betina. Y algunos otros; éramos un grupo bastante grande. Todos ilusionados, veníamos cantando, me acuerdo. Luego cada quien contaba sus historias, unas tristes y otras bien chuscas, como esa que contó Rosita, de cuando se le salió la gallina del corral y tuvo que perseguirla durante horas, y luego la otra, la del Poncho, que la novia lo dejó vestido y alborotado, esperándola en el altar de la iglesia. Y cuantas otras.
Y ahora habrá nuevos que hagan el viaje, siempre más.
Qué ganas tengo de verlos.
De dejarme guiar por su camino de luz, por el aroma de los pétalos de flores que ellos escogieron, con tanto amor, en los que dejaron plasmado un pedacito de su alma que me acompañará hasta llegar a su presencia.
Y de abrazarlos muy fuerte; y de contarles, y de que me cuenten todo lo que han hecho, que me hagan reír con sus ocurrencias, con sus chistes.
Quiero probar los deliciosos platillos que tanto me gustan, el rico mole, y los tamalitos verdes y de dulce. Y el pan. ¡Y un buen tequila!
Disfrutar la fiesta, como si nada, como ayer, como mañana, como siempre.
Y hacer el camino de vuelta con ellos, que me acompañen, juntitos, platicando, soñando, como si fuera un paseo, pero que no se termina nunca.
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No tema. No llore. No sufra.
Sonría, que estamos de fiesta. Y conviva, que para eso vino. No este triste. Hoy no. Platique, ande, no sea tímido, que ya verá que se le calma el acongojo y le viene la paz.
Y sobre todo. No dude. Actúe.
Puede que no vea nada, solo sienta. Con el corazón. Con el alma bien despierta. Solo los que aman de verdad y creen, sienten.
Y solo los que sienten, escuchan… y hasta ven.
Si escuchó, creyó, y si no, pues no. Puede que sí, como puede que no.
Un año y una eternidad! Cuando se escribe con el alma y con el corazón, no existen borrascas que lo borren, ni existe el tiempo. Siempre permanecerán vigentes por los siglos de los siglos…hoy de aniversario, no sé si es obsequio para la exítosa autora o para éste, humilde y soñador lector, volver a adentrarme en sus historias.
Felicidades, Lorena nos haces viajar y le das màs sentido al altar que pronto estarà en nuestros hogares;
Que bonito Lorena! yo ya muero de ganas de hacer nuestro altar este año, de mostrarle lo hermoso de esta tradición a mi peque y contarle de los que ya se fueron pero que de alguna u otra manera siguen con nosotros.
Me gustaron y me dieron escalofríos…