Estamos a 10 de enero y no he hecho mi lista de propósitos de año nuevo.
Lo he estado piense y piense, y nada. No porque no tenga propósitos, sino más bien es que no sé bien si debo o no ser sincera con ustedes.
Porque seguramente ustedes pensarán que tengo estos propósitos maravillosos, llenos de poesía y aventuras increíbles…Propósitos sensatos e intelectuales… Algo así como ir por el mundo salvando almas perdidas, o no sé, lanzarme de un avión en pleno desierto para comunicarme con mi yo interior, o aunque sea algo como dar la vuelta de Luxemburgo en bicicleta, dos veces. O ya, mínimo, amar a mis enemigos…Pero no.
Y es por eso que no sé si decirles. Porque mi lista no tiene nada que ver con cosas extraordinarias. Es más, ni siquiera tengo lista.
Yo lo único que quiero es lograr salir de mi casa sin tener miedo.
Ese es mi propósito. Ya. Lo dije. ¿Ven a lo que me refiero? ¿¡Quién tiene como propósito de año Nuevo lograr salir de su casa sin tener miedo!?
Es que sí. Si estuviera en México querría lo mismo de todos los años y que TODO el mundo quiere: Bajar de peso, dejar de fumar, hacer ejercicio, y todo el bla, bla, bla, tralali y tralala.
Pero no estoy en México. Y eso ya cambia MUCHAS cosas.
¡Y ahora querrán saber qué diablos hago fuera de México si tengo miedo de salir de mi casa! Pues es una buena pregunta, para la cual tengo una MUY buena respuesta (bueno, en todo caso, para mí es una buena respuesta):
No estoy en México, sino en Francia, o más precisamente, en Paris, por la sencilla razón de que mi novio es francés y hace dos semanas y media que vivo con él.
Yo decidí venir, si les interesa saber. El decía que nos esperáramos, que era muy pronto, que no nos conocemos lo suficiente, que no hablo francés, que no voy a poder trabajar, y otras tantas cosas que ya ni me acuerdo, pero cuando le dije que entonces si no estaba dispuesto a tratar que ahí la dejábamos, cambio de parecer y se puso como sedita. Y aquí estoy.
Dejé todo allá. Mi trabajo, mi departamento, mi coche, y lo más importante, mis amigos y mi familia. Todo por amor a mi francés. Porque sí, lo admito. Estoy bien, pero bien enamorada.
Lo conocí en una fiesta y aquí entre nos, desde que lo vi me gustó. Es que está bien buenote, la verdad. Tiene unos ojos verdes de uff, es alto y delgado y con un cuerpazo. Y una boca así bien cachonda. Y luego baila padrísimo. Así como rock & roll. Y cuando me habló y oí su acento francés tan sexy, ya, caí; pero enserio. Y además, la cereza en el pastel: es simpático.
Con él no tengo que fingir. Puedo ser yo misma. Nunca me he sentido juzgada. Al contrario. Escucha mis historias familiares sin chistar, me hace preguntas, me platica de él…Nos reímos mucho.
Los dos meses que estuvimos juntos en México fueron intensos, en todos los sentidos. Yo vivía sola (sin estar casada, y sobre todo viniendo del pueblo de donde yo vengo, no era lo que se llama “lo más normal”. Mis papás nunca estuvieron de acuerdo, pero lo aceptaron porque conseguí un buen trabajo en el D.F. y no les quedó de otra…) Así es que nos la pasamos de viaje todos los fines de semana. El estaba en una misión de su trabajo en México por dos meses. Por suerte lo conocí justo al principio y pudimos disfrutar al máximo su estancia.
¡Quién iba a decir que iba a conocer más mi país en esos meses que en todo lo que llevo de vida! Morelia, Pátzcuaro, Oaxaca, Acapulco, Puerto Escondido, San Miguel de Allende, Guanajuato…Fue algo así como un sueño. Nos íbamos en autobús los viernes por la noche. “Dormíamos” durante el trayecto, y a las cinco de la mañana o por ahí ya estábamos en nuestra destinación. Alquilábamos un cuarto en cualquier hotelito y pasábamos el fin de semana descubriendo, comiendo, bebiendo y haciendo el amor (que en ese momento todavía no podíamos hablar de “amor” como tal, pero qué bien nos la pasábamos…).
En fin. Después de dos meses se fue. Y yo que me creía muy macha y que pensaba que solo me estaba divirtiendo y pasándola bien, me la pasé llorando y pensando en él noche y día. Y yo creo que él también. Porque se la pasaba mandándome mensajitos a mi celular y hablábamos por Skype un día sí y otro también.
Seis meses después tuvimos la conversación que les platiqué más arriba. O intentábamos vivir juntos y a ver que pasaba, o nada, decidíamos que había sido una aventura maravillosa, pero y ya.
¿Ahora si ya entienden lo que estoy haciendo aquí?
No podía dejar pasar la oportunidad de vivir con el hombre de mi vida. Yo nunca había salido de México ni me imaginaba la belleza de ciudad a la que venía. Ya Pierre me había mandado fotos, pero la realidad es otra MUY diferente. Paris es la ciudad más romántica que existe (fuera de todos los miles de turistas, de los gitanos y del atasque en el metro, sin contar con la “amabilidad” de los parisinos). Caminar de la mano con mi hombre por la orilla del Sena viendo los edificios iluminados es lo mejor que me ha pasado.
Cuando estoy con él todo va bien. Más que bien. Pierre pide, Pierre me lleva, Pierre me trae, Pierre me platica, Pierre me abraza, Pierre me besa, Pierre se ríe conmigo…
Pero cuando no está empiezan los problemas. Yo que siempre fui tan independiente y según yo bien feminista…Sola aquí no soy nadie. No puedo hablar con nadie. Y eso es lo que me tiene aterrada.
Ayer me animé y fui a comprar pan a la panadería. La señora no tenía una cara así que dijéramos de súper buenos amigos, pero bueno, respiré profundo y me lancé:
-Bonjour Madame, une baguette s’il vous plaît (el s’il vous plaît admito que no me salió muy bien, pero lo demás, la verdad hasta me impacté de lo bien que lo dije)
-Une quoi Mademoisselle ?
-Une baguette. (Bueno…¿qué, esta señora esta sorda?)
-Non, je ne comprends pas…Montrez-moi ce que vous voulez. (La mato…¿quiere que le enseñe lo que quiero? ¿Eso me está diciendo?)
Así es que con mi dedito le señalo el pan que quiero.
-Ahhh, je comprends mieux maintenant. Vous voulez une baguette ! (¡¡¡¡¡ESO JUSTAMENTE ES LO QUE YO ESTABA DICIENDO!!!!! pinche vieja…)
-Merci Madame.
Agarré mi baguette y me salí muy indignada.
Y ahora aquí estoy. Encerrada en mi casa. Sin ganas de salir a ningún lado. Y sin ganas de nada. Extrañando todo.
Okay…ya sé que estoy exagerando. Cuando le conté a Pierre se mató de la risa. Dice que ya a aprenderé a no hacerle caso a estos franceses antipáticos. Y que no todo el mundo es así…Y que cuando aprenda a hablar francés las cosas serán diferentes; y tendré amigos, y un trabajo…Y que todo vale la pena porque nos amamos. Y el amor es lo más bonito que existe.
Lo pensé muy bien y tiene razón. Yo escogí esto que estoy viviendo. ¡Y ninguna panadera me va a impedir ser feliz!
Y ahora tengo que volver a empezar mi lista de propósitos de año Nuevo…ya ven…¿para qué les dije?
Qué hermosa historia. Ya quiero ir a México, porque sé que las damas mexicanas son bellas desde el alma hasta sus rasgos físico. No he podido conocer y percibir tanta dulzura como la de las mujeres de México! Muy buena historia, y cuánta pasión plasmadas en estas letras.
me encanto el proposito y obvio el cuento, jajaja, esperare el siguiente proposito. bss
Me hubiera gustado que pusieras también la descripción física de la panadera y o de la gente que se te queda viendo cuando haces esos «osos»
Bien Lo, lo combinas divertido con los propósitos de año nuevo, besos.
Jaja…muy padre tu relato. Uno de mis propósitos de 2014 es justamente salir sin miedo…entre otros propositos mas romanticos y soñadores. Espero lograrlos.