La Carta del Abuelo
Mi hijita querida,
Valentina. Te escribo estas líneas con todo el dolor de mi alma. No soy muy buen hablador, ya lo sabes. Es por eso que prefiero escribirte.
Te quiero mucho nieta mía. Eso también lo sabes. Pero no creo que te imagines cuánto. Y lo difícil que es para mi decir lo que se que, por tu bien, hoy tengo que decirte.
Llevas viviendo conmigo ya seis años. Seis años en los que hemos sufrido juntos, llorado juntos, crecido juntos. Tu y tu hermana han sido la luz de mi vida desde el día que llegaron a esta casa.
La pérdida de tus padres fue una tragedia. Ellos no escogieron irse. Nunca entenderemos por qué ellos. Por qué tuvo que ser así. Fue infinitamente difícil, pero con el tiempo hemos logrado aceptar lo inaceptable. Hemos aprendido a vivir con nuestro dolor, a seguir nuestro camino sin ellos.
Mauricio fue parte de ese camino. Los tres años que pasaste junto a él te sentí serena, en paz. Pensé que seguirían juntos, que se casarían y serían muy felices. Pero me equivoqué, aunque por supuesto que no me tocaba a mi decidir. Esas cosas del amor son así, complicadas, aún más para un viejo como yo, hecho a la antigua.
Desde que terminaste con él te siento desorientada, desequilibrada.
Primero el viaje a Europa, con el que no estaba de acuerdo. Dos señoritas de buena familia paseando solas por el mundo. Les pudo haber pasado cualquier cosa…Recé por ustedes todas las noches. Gracias a Dios regresaron con bien.
Y ahora esto.
Lo que pasó ayer sobrepasa todos los límites.
He tratado de ser comprensivo y lo más abierto posible contigo, pero ayer fue la gota que derramó el vaso.
Pasé la noche en vela, sin tener noticias tuyas. Sé que empiezas un nuevo trabajo y tienes compromisos, lo cual en si me parece muy bien.
Ya la forma en que ibas vestida me pareció muy alocada, pero no dije nada para no molestarte. Entiendo que no te gusta que me meta con tu forma de vestir y trato de respetarte.
Dijiste que irías a una fiesta de la Embajada de Francia y llegarías temprano.
No me imagine que “temprano” significaba al día siguiente a las ocho de la mañana. Y deja tu la hora, el estado en que regresaste.
Me faltaste al respeto a mi, a tu hermana, al recuerdo de tus padres y de tu abuela, pero sobretodo, te faltaste al respeto a ti misma.
No me quiero ni acordar de la imagen que vi cuando abrí la puerta, es demasiado doloroso.
Mi cuerpo y mi corazón no se pueden permitir más malas pasadas.
Aunque hubiera querido tenerte conmigo hasta el día de tu matrimonio, tengo que pedirte que te vayas.
Tienes 23 años Valentina. Empiezas tu vida profesional y al parecer necesitas tu independencia. Te la doy. Es toda tuya.
Puedes quedarte en la casa hasta que encuentres alojamiento, y en cuanto eso suceda, te pido por favor me avises para no estar presente cuando saques tus cosas. Las despedidas no son mi fuerte.
Te querré siempre,
Tu abuelo Javier.
Me quedo sin palabras. He tratado de analizar y encajar como rompecabeza, cada uno de los relatos, no por curiosidad, sino porque esa historia me gusta y me motiva. No es un cuento de fantasia y por eso me quedo, sumergido en ella.
Ya quiero ver mas partes de la Historiaaaa
Prefiero los finales felices
Este no es el final, solo una parte de la historia. Besos Ruth!
¡Que fuerte!